Las malditas apuestas online

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Por Mario Mazzitelli para Argentina en Red

Orientar el juego hacia la virtud, la fortaleza física y la sabiduría, alejándolo del vicio, la molicie y la ignorancia, podría ser una política de Estado. Al mismo tiempo, aclarar que apostar no es jugar.

La vida es juego
La vida es creación.
Creación = sueños + juegos

Francisco de Miranda, el maestro de Simón Bolívar, en la búsqueda de la libertad de nuestras colonias dijo alguna vez: “o inventamos o erramos”. ¿Acaso el inventar no es un sueño, hecho realidad mediante un juego, creando algo nuevo?

También la palabra juego podría asimilarse a lucha, trabajo manual e intelectual, asumir riesgo, etc.

El mundo inmaterial

De nuestro cuerpo tenemos constancia. ¿Quién más que nosotros? De nuestros seres queridos, de aquellos que nos rodean u otros que no vemos. Los cuerpos vivos parecen ser un manantial del mundo inmaterial. Cuidar el cuerpo impresiona como el principio a partir del cual cuidar el manantial. Manantial que se expresa en el trabajo simple o desarrollado, con una forma u otra. Nuestros cuerpos en un medio físico, biológico, social, cultural y político, resultan en la “lámpara del genio” capaz de crear desde lo infinitesimal, cosas maravillosas.

En este grado complejo de la evolución biológica del ser humano, tenemos constancia de que hay cosas que existen y son inmateriales. Hace años, un periodista vulgar, llamado Bernardo Neustadt, desarmaba un teléfono de la empresa nacional Entel y se preguntaba: “¿Dónde está la soberanía que no la encuentro?” Una analogía podría ser con la autopsia de un cuerpo humano para encontrar el amor, la ilusión o la esperanza. El problema es que tamaña idiotez hizo escuela en el periodismo argentino. Sigamos.

Hay un mundo inmaterial. Un mundo simbólico creado por la imaginación a lo largo del tiempo. Un mundo tan infinito como el otro. Porque la creatividad es infinita. Y mucho más variada que el otro.

Allí están las palabras, las ideas, los tratados, las constituciones, la esperanza, la ilusión, la utopía, la ética, la moral, la medicina, la ingeniería, la ciencia. Todo aplicará después a la realidad. Pero antes habrá sido emoción, sentimiento, idea.

Las ideas

Sabemos que las ideas son inmateriales. Detengámonos un minuto a apreciarlas.

Las ideas, en general, merecen un tramo especial. En cambio, las ideas en particular, tienen diversos destinos. Hay ideas que son para el olvido (espero no sean éstas). Otras, tienen destino de biblioteca (no está mal. Quizás con el tiempo alguien las baje del estante y las valore). Hay ideas que iluminan en la oscuridad (esas son muy útiles). Hay ideas que nos deslumbran con gran colorido, como los fuegos artificiales. Pero se apagan un ratito después (sirvieron para pasar un buen momento). Otras, quedan encendidas como focos permanentes. Iluminan poco, pero son de gran provecho. Algunas parecen tontas y pasado un tiempo se las valora. Otras parecen geniales y luego resultan zonzas.

Conviven ideas grandes con ideas chiquitas. Ideas que enaltecen y otras que humillan. Las ideas deben andar con cuidado, respetando las velocidades máximas. Algunas ideas toman tal velocidad, que, en oportunidades, chocan con la realidad y se hacen pelota. Y nos hacen pelota. Hay ideas que cambiaron el destino de la humanidad. Sirvieron de guía, como una estrella. Otras, estrellándose contra la propia humanidad, ocasionaron indecibles dolores.

Las ideas son creaciones humanas. Pero ¡ojo! casi todas las ideas son robadas. Es más, con la combinación de varias ideas robadas, podemos engañar al espectador, haciéndolo creer que se trata de una idea nueva.

Hay ideas presumidas que se creen objetivas (y en realidad es el vanidoso que las porta, el que las pretende sean objetivas). Es un oxímoron, si son ideas, no son objetivas.

¿Cómo? -“La ciencia se manifiesta objetiva cuando se la aplica”. La ciencia es una invención humana. Es una entelequia a la que se le da el carácter de verdad cuando ¡oh sorpresa!!! lo que estábamos esperando que ocurra, (con nuestra observación o intervención) ocurre muy parecido a como lo teníamos previsto. “Eureka” gritó Arquímedes, al darse cuenta de que el agua desplazada por un cuerpo que se sumergía, generaba una fuerza de flotación equivalente al peso del volumen desalojado. Pero, incluso esta verdad, donde se dice que Arquímedes la descubrió al sumergir su cuerpo en el agua de una bañadera, y que hoy es el fundamento de toda la industria naval, también es parte del mundo inmaterial.

¿Alguien vio la verdad alguna vez -incluso utilizando telescopio o microscopio-? ¿Alguien escuchó a la verdad -incluso con audífonos o parlantes-?

Ese mundo inmaterial puede ir desde las novelas menos verosímiles hasta las ciencias aplicadas, pasando por las ciencias formales o las religiones, y teniendo un impacto formidable sobre la vida cotidiana, cuando se realizan a través de la “tecnología”.

La realidad material

Muchos seres humanos reconocemos que la realidad existe; que está allí, que estuvo antes de que nosotros naciéramos y seguirá estando cuando nos vayamos. Son las personas que nos rodean, es la tierra, es la luna, nuestra casa o el cosmos al que miramos levantando la vista al cielo.

El juego como fuente de la creación

Dios parece que descansa por momentos y en otros, “juega a los dados”.

En el mundo físico hay armonía, choques, explosiones, caos. Lo mismo ocurre dentro del mundo inmaterial (coincidencias, luchas de ideas, guerras verbales, desorientación). Existe un movimiento, sin embargo, que comunica los dos terrenos. Es cuando Dios juega a los dados y de la nada aparece algo nuevo. O la naturaleza en un cruce de caminos físicos, químicos, eléctricos, provoca un choque que produce lo que antes no estaba. Después sigue su plan con cierta armonía, hasta que un nuevo choque vuelve a crear de lo dado algo distinto.

Sucede que en el juego de Dios o la naturaleza los hombres somos espectadores. Con suerte miramos desde la tribuna. Pero hay otro juego, algunos lo llaman historia, en el que los resultados, parcialmente, están en manos de las personas. En nuestras manos.

¿No le gustaría jugar al juego que más le gusta?

Es una interacción entre ellos (lo material y lo inmaterial) que genera una nueva realidad. Ya teníamos una dialéctica de la naturaleza y otra en el terreno de lo imaginario. Ahora se suma una dialéctica entre lo imaginario y la naturaleza, a través de la acción humana. Un gran filósofo llamo a esa interacción “praxis”. Desde una perspectiva trágica a esta interacción entre la teoría y la práctica debía denominársela con una palabra más dura y profunda. “Praxis” es una palabra buena y simpática.

La creación

Parece que, reflejado el mundo exterior a través de los sentidos y teniendo la capacidad de representarlo en el mundo inmaterial, a la imaginación se le ocurrió salvaguardar, nutrir y prolongar la vida humana con la ayuda de herramientas que en forma muy rudimentaria podían recolectarse en el ambiente natural. Con imaginación, tomando del medio los materiales apropiados y utilizando con habilidad las manos, los seres humanos fabricaron las primeras herramientas. Unas fueron materiales, otras inmateriales. Desde aquellos tiempos a nuestros días, las creaciones humanas, fundadas en la realidad, la imaginación y la praxis cambiaron de tal manera la superficie del planeta que nosotros mismos nos asombramos.

La finalidad

Ya sabemos que el ser humano, a través de una acción pensada y premeditada puede modificar (dentro de determinados límites) la realidad física, biológica, social o cultural, en su provecho. ¿Y cuál es su provecho? Vivir más, vivir mejor y multiplicar razonablemente la existencia, para que muchos otros de nuestra especie y de otras puedan disfrutar de la vida. Para quienes no somos filósofos, ni tan geniales, ni tan profundos, ni tan trágicos; podemos representar esta interacción con la idea que tenemos del juego. Entonces, se nos aparece una visión donde lo distintivo del ser humano es jugar. Claro que hay juegos de muerte. De hecho, la guerra o simplemente la violencia es un juego de muerte.

Juego de la guerra – victoria pírrica

Nosotros queremos jugar un juego de vida. El sexo puede ser un hermoso juego de vida. Pero también jugar a formar una familia, hacer una casa, un camino, una escuela, un club de barrio. Jugar a volar haciendo aviones. Jugar a llegar a la luna haciendo cohetes. Jugar a la pelota.

Yo estoy jugando a que escribo. Esperando que alguien juegue a leer, eligiendo estas líneas.

“La vida es sueño” dice el poeta. Pero también es imaginación activa. El sueño se me representa como aquello que aparece mientras duermo, en cierta medida es pasivo (que me disculpen los estudiosos del sueño). En cambio, una utopía realista me parece una construcción consciente, mientras estoy despierto. Ocurre que, para realizarla necesito jugar a que lo hago. O lo hace otro.

La idea que propongo es humilde, todavía pequeñita. Esta desnudita. Todavía ni ropa le compramos. Pero a mí me resulta atractiva. La invitación es a jugar. Que todo sea entretenido. Y útil. Nuestro proyecto es la creatividad con libertad y disciplina para que manifieste toda la potencia. Por eso nos atrevemos a esta invitación: jugar para la virtud no para el vicio.

Dijimos que: los seres humanos vivimos en una tensión que le da fuerza y significado a la vida. Una tensión entre la realidad objetiva ajena a nuestra voluntad y nuestros deseos. En la década del ’60, Martin Luther King hizo famosa la frase:“tengo un sueño”. Fue el 28 de agosto de 1963 en las escalinatas del monumento a Lincoln; allí planteó el deseo de que blancos y negros pudieran vivir en armonía, como iguales. Ese fue su sueño y mucho se avanzó desde entonces. En el medio la lucha. O el juego.

Una de las poesías más famosas de la historia pertenece a Pedro Calderón de la Barca. La vida es sueño. Sin sueños, “sin utopía la vida sería un ensayo para la muerte”. Sueños, utopías y Calderón. Si a su poesía le cambiamos la palabra “sueño” por “juego” no pierde sentido. Con perdón del poeta, es un simple juego. O juego de palabras…

Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez jugamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es jugar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, juega
lo que es, hasta despertar.

Juega el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el juego de la muerte!

Juega el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
juega el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
juega el que a medrar empieza,
juega el que afana y pretende,
juega el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos juegan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo juego que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y jugue que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es juego,
y los juegos, juegos son.

Calderón de la Barca. “La vida es sueño” (1635)
A soñar y jugar.


Sigue……

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