Por Eladio González Rodríguez Toto para Argentina en Red
Buenos Aires, un día de octubre de 2025. Año del genocidio en Gaza cometido por sionistas israelíes.
El relato se origina en la Pescadería dentro del Mercado en Primera Junta. Pregunto: “¿Tienen pescado podrido para darme? Voy a la Residencia presidencial de Olivos y quiero tirárselo”. Los tres empleados me miraron azorados. Pedí ½ kg. de merluzón y se calmaron. Tomé el 55 hasta la estatua de Garibaldi, en Plaza Italia, y arranqué de allí caminando incómodo al llevar colgadas del hombro la heladerita plástica con el merluzón protegido por tres bolsitas de hielo. Mi bolsito negro, repleto de papeles y de cosas útiles para cualquier militante, como marcadores negros gruesos, con que manuscribí, en los afiches callejeros que iba encontrando de Colapinto (que siempre llega último) la leyenda: “A FANGIO CAMPEÓN LO SECUESTRARON EN LA HABANA”. Y colgados del cuello un silbato metálico mas dos paneles plásticos, livianos, blancos, de 1 metro de alto por 0,50 centímetros de ancho. Grandes letras negras denuncian en panel delantero….
“El ISRAEL SIONISTA
COMETE GENOCIDIO
EN GAZA
– MILEI APLAUDE”
A mi espalda las letras negras denuncian:
“ARGENTINA BLOQUEA A CUBA
COMO ESTADOS UNIDOS E
ISRAEL SIONISTA
Toto (no Caputo).”
A buen ritmo por Av. Santa Fé pasé por la estatua del inolvidable héroe argentino Antonio Ruiz, el “Negro Falucho”. En su homenaje adjunto interpretación de la Canción Patriótica “El Negro de San Martín”, hecha por un señor que visitó hace muchos años nuestro comercio “BAGATELA”, en Rojas 129, esq. Yerbal de Caballito, y dijo se la hacían cantar a los chicos, en escuelas primarias1. El cantor de tangos Agustín Magaldi Coviello (1898-1938) compuso la música del himno patriótico “El negro de San Martín”, con letra del guitarrista y letrista de origen italiano Juan Bautista Fulginiti (1895-1951). El mismo Magaldi la cantó en la radio, poco tiempo antes de su muerte. Después saludé mentalmente al irlos superando los hermosos murales sobre la Guerra de nuestras Islas Malvinas, pintados en los muros del Regimiento de Patricios. Me entristeció que esté en venta ese histórico cuartel. ¿Dónde irán a parar nuestros marciales Patricios? (Tal vez armen una carpa en Plaza de Mayo, hagan una marcha semanal alrededor de la Pirámide los MARTES (no te cases, no te embarques, ni de tu cuartel de Palermo te apartes) levanten firmas, a más de repartir su QR para poder adquirir el rancho). “Aguante Petri”.

Foto Infantería 1 del Regimiento de Patricios, año 2020
Cada 50 metros hacía sonar estridente mi silbato metálico deportivo y atrapaba la atención de quienes transitaban, la vereda de enfrente, o venían por la mía en dirección contraria, distraídos con su móvil celular. Levantaban la vista y fotografiaban a ese viejo que avanzaba, soplando el silbato, vehículos detenidos en el semáforo, o que me superaban cuando caminaba por la calle (pegado al cordón de la vereda). Algunos hicieron sonar sus bocinas en aprobación, también escuché varias puteadas, y estímulos verbales como: “¡viejo pelotudo!”. Una diarera me dijo… “exactamente eso, lo que usted puso”, en referencia a Gaza. En todo el trayecto hasta Olivos, unos 38 varones de toda edad verbalizaron su aprobación o gestualmente aplaudieron mi SÁNDWICH-MOVIL. Otros tantos integrantes de las policías de la Ciudad, de la Federal y de la provincia, fueran hombres, mujeres o LGTBQ+ respondieron cuando los saludaba sin detenerme. Fue ya en Av. Cabildo que una mujer policía me habló. La miré y junto a ella una joven mamá joven de tez blanca, con cochecito e hijita de 2 años sentada en él, me gritaba muy excitada. Como soy bastante sordo demoré en entender. Creí que la mamá protestaba porque la hubiera rozado a ella o a su nena con el sándwich plástico y dije a la policía que pedía perdón por ello. Pero ella dijo que el drama era el texto, que denunciaba a Israel. La mamá gritaba……. “¡me explotó una bomba sobre mi cabeza y la de mi hija!”… y me señalaba indignada exigiendo a la policía que me hiciera sacar el sándwich. Quince personas observaban divertidas el escándalo, mientras que un joven alto, de unos 30 años nos filmaba ostensiblemente con su móvil y cada medio minuto me insultaba (atendía localcito de móviles frente al lugar en donde ocurría todo). Tal vez la gritona fuera su esposa y la nena su hijita -pensé. La poli, inteligentemente, aunque muy preocupada, propuso (bajando la voz) –“que me sacara el sándwich, me alejara caminando dos cuadras y luego me lo volviera a colgar“. Accedí, y al tipo que seguía insultando y filmando, le dije: “dejá de hacer cine”, y cuando se iba metiendo en su local lo insulté, en voz alta, pero en inglés, para no arruinar el esfuerzo de la joven mujer policía que mediaba entre el VIEJO LOCO (yo), la sionista SACADÍSIMA (mamá de la nena) y el flaco CINEASTA INSULTADOR. La poli me pidió caminara con ella y rápido nos alejamos. Las cuatro cuadras que hicimos juntos las usé para relatar, cuando doné sangre para un joven policía en Cuba y recibí a raíz de ello cinco mil ochenta cartas. (5.080), hecho que publicó el ex- Director del Centro Cultural Recoleta, Arq. Rodolfo Livingston (QEPD) en su libro Cuba Existe, es Socialista y no está en Coma, libro que tengo digitalizado y puedo enviárselo a quien lo solicite.

Me despedí felicitándola por cómo desactivó la violenta situación y seguí mi caminata, ya nuevamente con mis paneles en el cuello. Al llegar a la ochava de Maipú y Villate en la Quinta de Milei, invertí 50 minutos semaforeando. Al cortar la luz roja, el BISABUELO SÁNDWICH recorría la senda peatonal exhibiendo su denuncia a los vehículos detenidos y soplando el silbato. La mujer policía salió de su garita y controló todo mi accionar. Tuve buen cuidado de no entorpecer a ningún vehículo para que no me lo reprochara. Luego continué viaje con la satisfacción de que algunas mujeres me dijeran: “gracias compañero”, o “muy bien hecho, lo felicito” y la que oprimiendo mi brazo, me dedicó una emocionada sonrisa. Colaboré económica, aunque modestamente, con varios mendigos que fui encontrando en mi periplo. Casi llegando a la Municipalidad de Olivos, dos policías femeninas me esperaban para interpelarme, en la calle, en doble fila la camioneta policial azul y su chofer que observaba lo que ocurría. Me interrogaron: ¿A dónde va? Conté que iba a almorzar con mis tres hermanas, de 94, 92 y 87 años de edad. Confesé estar por cumplir 83 años en enero de 2026. Me anunciaron que yo estaba protestando y tenía derecho a hacerlo, pero SIN PROVOCAR a nadie. Agradecí la explicación y expliqué que nunca provocaría por que mi formación de niño provenía de los Jesuitas, de la Compañía General de Jesús (Colegio del Salvador) y de los Oficiales integrantes de la Policía de la Capital, donde revisté en el año 1962 como Agente Conscripto de la Comisaría 9ª, cumpliendo allí durante un año, mi servicio militar. Nos tenían acuartelados y había Estado de Sitio, por guerra civil, “como la que está por ocurrir ahora, ojalá me equivoque” -les dije. Amplié que en realidad era entre dos facciones (azules y colorados) del Ejército argentino y como siendo policía yo era “TIRADOR DE LLANURA” me enviarían a matar a mis hermanos rebelados que avanzaban desde la provincia.
Afortunadamente no me ocurrió, pero sí hubo muertos en enfrentamientos entre ellos. El chofer policial bajó curioso para participar -no paré de contar anécdotas- y hastiados pidieron siguiera caminando– protestando. Tras almorzar con mis hermanas y cortarles el seto vivo de la vereda con tijera de un metro (faena en la que demoré 2 horas), volví fatigadísimo a CABA en colectivo, sentado mirando al revés del tránsito y exhibiendo mi cartel que, los pasajeros de la mitad para atrás del vehículo no podían evitar leer… “ISRAEL SIONISTA”….. etc.

Eladio González Toto (“no Caputo”)
Canción Patriótica “El Negro de San Martín”.

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- Himno Patriótico: “EL NEGRO DE SAN MARTÍN”
Ruge el mar contra los muros del torreón,
que en el Callao mando Felipe a edificar
y entre penumbras de perfil se ve cruzar
por la azotea de aquel fuerte una visión.
Es la silueta de Falucho el negro fiel
que esta velando por su patrio pabellón
mientras ignora que a muy pocos metros de él
tramando están los de su bando una traición.
Y al brillar el sol de Lima
mira el negro a su bandera
mientras que por la escalera
una tropa se aproxima.
Se da vuelta ante el tropel
de esa patrulla ofuscada
y con una sola mirada
presiente la trama cruel.
Mira de frente aquellos criollos, los que ayer
en Chacabuco, en San Lorenzo y en Maipú
como él lucharon sin descanso hasta vencer
juntos al héroe que nos diera Yapeyú.
Y al contemplar que es todo un criollo el hombre que a él
llega y le ordena de bajar su pabellón
dice Falucho: para ser tan falso y cruel
no puso Dios en este negro un corazón.
“¡Muera…muera el insolente!”
-grita la turba traidora-
y una descarga sonora
da en el pecho del valiente.
Y ya próximo a su fin
viendo en tierra su bandera
la besa por vez postrera
el Negro de San Martín. ↩︎
