Por Mario Mazzitelli para Argentina en Red
Hace unos días estuve en la editorial Perfil. Estaba esperando lograr los primeros segundos de TV (en esta campaña con vistas al 26 de octubre). Poco, muy poco. Pero de gran valor para nosotros. Piense el lector que somos socialistas y sobre nosotros cayó el Muro de Berlín. Y, en este edificio de Barracas en la Ciudad de Buenos Aires, tenía frente a mí parte de ese Muro.
– Pare Mazzitelli, ¿Si ustedes no tenían nada que ver con aquello?
– Es cierto. Nosotros siempre creímos en el Socialismo como una etapa superior de la Democracia. Es decir, la etapa en la que el impulso de vida del pueblo por ser dueño de su propio destino, se extiende a todos los campos. Ya no queda circunscripto al terreno político. Es una disposición del espíritu para extenderse al espacio económico, social, ambiental y cultural. Una fuerza vital que más tarde o más temprano se termina imponiendo. Porque, además, al pueblo trabajador le interesa y le conviene. Por él y por sus hijos. Y los hijos de sus hijos. Siempre creímos en el Socialismo en esa dirección y sentido.
– ¿Y entonces Mazzitelli?
– El Muro se nos cayó encima, igual que a millones de seres humanos que, simplemente, luchaban por una vida mejor. Le aclaro lector. No fue solo eso. Junto a los bloques del Muro, nos volcaron cataratas de prejuicios, falsedades y malignidades. Con cierto estoicismo seguimos guiados por aquella estrella; que en Argentina había sido defendida por la formidable pluma de Esteban Echeverría en el Dogma Socialista de 1837: “La Democracia es el régimen de la libertad fundado en la igualdad de clases”. Etcétera.
Mentir y mentir, para sacarnos del debate de ideas, sin derecho a réplica. Demonizarnos fue una tarea sistemática del régimen plutocrático de saqueo que se fue instalando en nuestro país, desde hace 50 años; a partir de las debilidades de los gobiernos populares. Así se constituyó un oligopolio de múltiples y diversas piezas, ajeno a los intereses del Pueblo. En ese orden, los medios de comunicación jugaron y juegan un rol destacado. Ejemplos recientes. En 2023, en uno de los canales de mayor audiencia, escuché a Milei decir: “el socialismo asesinó a 150 millones de seres humanos”. Sin decir cuándo, dónde, quiénes eran los responsables, nada. Falsedad en estado puro. Frases inventadas de la nada en la era de la posverdad, donde las afirmaciones no hay que demostrarlas. Y son útiles al régimen porque desprestigian a una alternativa política, más allá de sus intérpretes.
¿Qué tendrían que ver esas mentiras con los socialistas argentinos, democráticos, populares que a lo largo de la historia mostramos un comportamiento intachable -más allá de algún error que se nos pueda reprochar-? Pero Milei no estaba solo. Contó con la complicidad del periodista que asentía con la cabeza. Y con el enorme esfuerzo de instalación mediática que, a pesar de sus afirmaciones desquiciadas, destempladas y maleducadas, siempre lo mimaron. Era su bebé.

Periodista argentina muestra el “dibujito” que hizo el presidente Javier Milei para explicar la banda de flotación del dólar en la economía argentina y la presión de los mercados
Detengámonos un segundo más en otras afirmaciones de Milei, sin respuesta por parte del régimen: “Muerte al socialismo”, “El socialismo conduce a la pobreza y a la muerte, el que diga otra cosa es un ignorante o un mentiroso”, “me toca a mí mostrarles lo siniestro y nefasto que es el socialismo”, “la Argentina es un país infectado del socialismo”, etc. Aunque, desde la fundación del Partido Socialista en 1896, por parte de Juan B. Justo y otros, los socialistas no hayamos gobernado nunca la Argentina, el tipo lo repite sin respuesta. En el fondo, Milei expresa los intereses del régimen de saqueo que empezó a instalarse hace 50 años y que, con sus pequeños retrocesos, siempre ha logrado avanzar.
Volvamos al muro
Jorge Fontevecchia se tomó la tarea de importar fragmentos del Muro de Berlín. Los tiene en exposición en la editorial. Por el volumen y peso de esos bloques, hay que aceptar que cuando te lo tiran encima, por más que uno argumente que no tiene nada que ver, las heridas que deja son profundas. Y, aunque hayan pasado 36 años, las cicatrices quedan. El tiempo pasó y por suerte, la historia no llegó a su fin. Siguió andando. Y el socialismo, en distintas expresiones (conforme a historias y culturas) se rehízo, y lo ha hecho sobre bases tan sólidas que está sobrepasando con holgura a un capitalismo que, por esfuerzo que haga (insultos, diatribas, aranceles, acciones irracionales, mentiras, etc.) va quedando vetusto, anacrónico. Parece que el Nuevo Muro también se está cayendo, pero para el otro lado. Aquí, en Argentina, no se dan por anoticiados. De esta manera, el Partido Socialista Auténtico, hoy en Unidad Socialista con candidatos propios, no pudo superar el Muro y disfrutar las mieles de los grandes conglomerados mediáticos.

“Entre estos tipos y yo hay algo personal” -Joan Manuel Serrat
Sus Muros son impenetrables. Siguen creyendo que se puede manejar a la opinión pública desde los altares corporativos. Ocurre que, en su arrogancia y ceguera, terminan inventando personajes de ficción. Transformados y aceptados como el Capitán Ancap, el Super Espert o la Lady Lemon. Les tiran sogas para elevarlos. O para salvarlos.
-¿Vos recibiste una transferencia de 200.000 dólares a título personal de Fred Machado? El hombre estaba hasta las manos con el narco y todos los sabíamos. Ellos fueron al “rescate del soldado Ryan” y no hubo nada que hacer. Aunque lo prepararon con años de promoción, a la hora de la verdad el soldado era de papel pintado. Como ya estaba pintada su cara en la Boleta Única Papel trataron de borrarlo (aunque todavía era inocente, porque no se había demostrado en un juicio imparcial su culpabilidad). Como se sabe el papel es inflamable y podía incendiarlos a todos. Como si Diego Santilli y Karen Reich-ardt fueran mejores. Ahora van al rescate de estos impresentables. Cámara y más cámara. Uno la nada inescrupulosa y la otra una Reich cada vez que abre la boca.
¿Se abriría una puerta para quienes llegamos sufridos de tantas derrotas y sin tantos pecados? No. Un régimen es un régimen (valga la tautología) y este es un régimen de saqueo, que algunos imprudentes denunciamos y queremos tirar abajo. Del otro lado del Muro resisten.
Tienen razón
Tienen razón en resistir. Si el socialismo es extender la democracia a todos los ámbitos, también las comunicaciones caerían bajo este concepto.
Resulta inaceptable la concentración de medios. Los dueños de estas gigantescas corporaciones, están asociados entre sí. En forma directa o indirecta. Y hacen una cadena nacional por día. Puede haber días en las que hagan dos cadenas nacionales. Pero si el gobierno legítimamente constituido por el voto popular, hace una cadena, ellos le responden con cinco o diez, denunciando el autoritarismo del gobierno. Poder político que en Argentina tiene que rendir cuentas cada dos años, mientras que ellos son el poder permanente, no rinden cuentas jamás. Por eso tienen razón en mantener sus Muros. Preferiblemente sin grietas y sin puertitas. Visibilizan o in-visibilizan conforme sus intereses. Arman el tablero, en gran medida por sobre los Partidos Políticos. Seleccionan los candidatos a los que les van a mejorar su imagen a fuerza de repetición. Entre tantos, algunos entran por sus puertas y otros quedamos en el camino. También intentan definir quienes representarán a los espacios adversarios. Así tienen el seguro y el reaseguro. “Son adversarios, pero no enemigos”, se jactan. Apenas piden menos crueldad a la hora de gestionar la cosa pública.
“Cambia, todo cambia” -Julio Numhauser
El Muro se tambalea. Se les está por caer encima. ¿No se dan cuenta? Es una fuerza invisible. Es el subsuelo de la Patria que pugna por volver a ser protagonista. Como cada nuevo día. Como cada nacimiento que augura el devenir de una vida nueva.
Abajo todos los Muros
Si definitivamente pudiéramos tirar todos los muros abajo, el mundo sería más lindo. El sol brillaría con la misma intensidad para todos y los jardines podrían ser la muestra de todas las flores.
En Argentina, sobre las flores rojas primero y ahora sobre las mismísimas hojas verdes, se derramaron toneladas de violencia destructiva. Por la avaricia de un capitalismo periférico, atrasado y decadente. La sombra de los Muros se usó para negarles el sol y su buen crecimiento a cualquier alternativa. Ocurre que esa estrategia, útil para el privilegio en el pasado, tiene destino de fracaso de cara al futuro. El mundo avanza hacia sociedades modernas, donde las creaciones sociales maravillosas, expresadas en conocimientos científicos y realizaciones tecnológicas, sirven al bienestar de todos y cada uno.
Aunque “entre estos tipos y yo hay algo personal”, no les guardo rencor. En cierto sentido, al negarme, incluso como candidato a presidente en dos oportunidades, me abrieron la posibilidad de la reflexión serena. Y frente a la inminencia de una elección, las estafas, la corrupción, los narcos y las injusticias, no hay nada mejor que tener el alma tranquila. Nada podré hacer para que se caigan sus Muros. Soy insignificante. Pero seguiré sembrando, junto a millones de personas anónimas, semillas de vida y dignidad. Por lo menos, para hacer honor a la historia de grandeza que nos antecede.