Retiros y encuentros de mujeres: El contexto que ayuda a sanar

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Por la Lic. María Isabel Cassino1 para Argentina en Red

Ig. @centro_krishna

Embarcarse en un retiro de mujeres es un gran desafío para nosotras mismas y para nuestras compañeras de ruta. Un retiro, nos permite darnos un tiempo para conectar con nuestro interior y, también, relacionarnos con otras mujeres que inician o iniciaron un camino de búsqueda vinculado a lo espiritual, a la conexión con la naturaleza, con nuestra esencia, con la energía femenina arrolladora en su máxima expresión.

Participar de un retiro no es “una escapada de nuestra vida cotidiana” sino todo lo contrario, es revisitar nuestra vida cotidiana dándonos el espacio para el encuentro con nuestro espacio más íntimo, con nuestros anhelos y necesidades profundas, y es también, darnos la oportunidad de compartir con otras lo que hemos transitado y transitamos en nuestras vidas, para juntas: aprender, enriquecernos y fortalecernos.

Tomar la decisión de realizar un retiro no puede asociarse a  “salir de vacaciones”, si bien como en todo viaje al alejarnos de las actividades laborales y rutinarias hay un tiempo para el disfrute. El verdadero sentido de un retiro y uno de sus grandes aportes es que nos permite salir del automático, de nuestras acciones impulsivas, de todo lo que postergamos, de lo no pensado, abandonar por unos días el “control” personal o familiar para disponernos a compartir, con otras mujeres, vivencias y experiencias que nutran el corazón y el alma.

Por otro lado, cabe aclarar que concurrir a un retiro no debiera vincularse exclusivamente a la comida saludable, a encontrar la calma y el bienestar, a cuántas posturas de yoga hicimos o si logramos el correcto manejo corporal desde nuestra anatomía y biomecánica individual. Ni siquiera podría relacionarse por cuántas herramientas nos brindaron las facilitadoras. Un retiro de mujeres no se puede relacionar, entonces, con estas cuestiones, ya que lo más significativo en estas propuestas está vinculado a reconectar con nuestra voz interior, nuestra intuición y nuestra sabiduría siendo éstos, precisamente, los mayores aportes que sienten quienes participan de ellos.

Se puede decir, además, que los retiros de mujeres son espacios cuidados y de autocuidado, son templos de rituales y ceremonias colectivas, son potenciadores de nuestras mayores virtudes, son canalizadores de dolores viejos y actuales, son reparadores de sueños individuales y colectivos, por lo tanto, participar de un retiro tiene muchas más implicancias que las enumeradas inicialmente en el párrafo anterior.

En otras palabras, se puede decir que los retiros nos aportan una nueva perspectiva de nosotras mismas (nunca acabada, siempre en construcción), nos permiten escuchar nuestro corazón, nos fortalecen la autoestima inspirándonos y animándonos a enfrentar nuevos proyectos, nuevos desafíos a fin de avanzar en la mejor versión que seamos capaces de crear de nosotras mismas.

Cabe destacar, también, la perspectiva grupal que tienen los retiros de mujeres. El valioso aporte del grupo que acompaña y sostiene, que habla de sincronicidades, de historias que nos atraviesan a todas desde todas las generaciones de mujeres que nos precedieron, nos muestra símbolos, marcas, mandatos a liberar, patrones que poner en cuestión para no repetir, postales de vida para resignificar. Los espacios grupales entienden de ciclicidades femeninas, de lo oscuro, de la sombra, de todo aquello que ha sido oculto, que se ha rechazado, vulnerado, escondido, guardado, negado, temido y sufrido y quienes participan quieren, sienten y necesitan derribar, desacatar, transformar, reivindicar para, compasivamente y con franqueza, transitar la vida con un estilo de vida vinculado al auto respeto y alineado con los sueños de cada una y con lo que la humanidad en su conjunto necesita en este momento histórico que, como dice Serrat: “ha caído en manos de unos locos con carnet”.

En tiempos de guerra y de crueldad, encontrarse y acompañarse es un imperativo social sumamente amoroso. En tiempos oscuros volver a reconectar con el Sagrado Femenino, abrazar la vulnerabilidad como fuerza que impulsa, celebrar y celebrarnos como portadoras de vida y de proyectos, crear y recrearnos no sólo a nosotras mismas sino a nuestros vínculos, a nuestra comunidad y a nuestro planeta es un acto profundamente transformador.

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  1. La Lic. María Isabel Cassino es Facilitadora de Círculos de Mujeres ↩︎
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