Panel de Soberanía y Democracia participativa

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Equipo de Soberanía y Democracia participativa de la Multisectorial Federal de la República ArgentinaUniversidad Popular de Invierno 2025en su 4a edicióncoordinado por la compañera Eleonor González. Con lxs panelistas invitadxs: compañerxs Rubén Fernández, Gerardo Martínez, Flavia Ojeda, Jorge Francisco Cholvis y Carlos del Frade y la participación del coordinador general de la Multisectorial Federal de la República Argentinacompañero Pablo Sercovich. Panel abierto para todxs lxs inscriptxs. Video del Encuentro al final de la publicación.

Transcripción

Apertura del Panel por Eleonor González

Buenas tardes, compañeros y compañeras. Quiero agradecerles profundamente por acompañarnos en este panel sobre Soberanía y democracia participativa. Gracias a los panelistas que aceptaron con tanta generosidad nuestra invitación y también a los compañeros que hoy se suman a la mesa.

La idea de este panel nació en los talleres posteriores a la Universidad Popular de Invierno, donde una palabra aparecía una y otra vez: soberanía. Hablábamos de soberanía en sus múltiples dimensiones: la tradicional, la alimentaria, la territorial, la popular. Siempre en contraste con la realidad argentina actual. Por eso le propusimos a Pablo organizar esta mesa, y coincidimos en la importancia de abrir este debate. Quiero recordar que esta actividad se desarrolla en el marco de la Universidad Popular de Invierno, organizada por la Multisectorial Federal de la República Argentina, un espacio que surgió en tiempos del gobierno de Macri frente a los tarifazos y que hoy sigue presente en la resistencia frente a las políticas del actual gobierno.

Nuestra Multisectorial estuvo en las calles contra la Ley Bases, el decreto 70/2023, la brutal devaluación de la primera semana de gobierno, el decreto antipiquetes de Patricia Bullrich y tantas otras medidas que atentan contra los derechos de nuestro pueblo. Con firmeza logramos frenar por un tiempo algunos de esos proyectos y seguimos siendo protagonistas de la lucha.

En los talleres también se reiteraba una preocupación: la entrega de nuestros bienes comunes, el desguace del Estado, la dependencia económica y financiera, la alineación automática en política exterior, la privatización de sectores estratégicos. Todo esto nos lleva a preguntarnos si Argentina hoy puede considerarse realmente un país soberano.

Para profundizar estas reflexiones, vamos a escuchar distintas miradas. Y quiero darle ahora la palabra a nuestra compañera geógrafa Celmira Rey, que nos ayudará a pensar la cuestión del territorio y la cartografía desde su visión profesional.

Compañera Celmira Esther Rey

Buenas tardes. Para mí es un verdadero honor estar aquí y compartir con ustedes esta presentación que busca acompañar la idea central de este panel. No pretendo dar una clase de geografía, sino dejar planteadas algunas reflexiones que nos ayuden a pensar la soberanía en relación con nuestro territorio.

Cuando hablamos de soberanía necesariamente debemos remitirnos a un mapa, a la representación de nuestro espacio. Para comprenderlo es importante recordar que la Tierra, en su forma real, no es una esfera perfecta sino un geoide, y que cuando trasladamos esa forma a un plano bidimensional se producen distorsiones. Muchas veces esas distorsiones nos impiden dimensionar correctamente nuestro territorio, en particular el de la República Argentina en su contexto sudamericano y antártico. Por eso es fundamental reflexionar sobre la extensión territorial. Nuestro país se compone de porciones terrestres, acuáticas, aéreas y hasta de proyección cósmica. También debemos incorporar un paradigma clave: la Argentina es bicontinental y trióceánica. Esa definición impacta directamente en nuestra soberanía.

Desde distintas perspectivas surgen interrogantes:

  • Desde lo científico, ¿Qué relevancia tiene pensar la soberanía a partir de nuevas representaciones cartográficas?
  • Desde lo político, ¿Qué intencionalidades y desafíos abre un paradigma territorial diferente?
  • Desde lo social y simbólico, ¿Qué expresa un mapa de la Argentina y qué interpela en nuestra identidad colectiva?

Un punto central es la cartografía oficial. Hasta el año 2010, en las escuelas y organismos públicos se difundía un mapa distorsionado, que invisibilizaba partes esenciales de nuestro territorio, en particular la Antártida. Con la Ley 26.651, se estableció el uso obligatorio del Mapa Bicontinental de la República Argentina, confeccionado por el Instituto Geográfico Nacional. Este mapa muestra en la misma escala el territorio continental, insular y antártico, revelando la verdadera magnitud de nuestro país.

Allí descubrimos que la Argentina tiene aproximadamente 10,5 millones de km² si consideramos su sector continental, la Antártida y la plataforma submarina. Esto cambia radicalmente nuestra percepción: no somos un país mediano, sino uno de enormes dimensiones y con una riqueza territorial inmensa. Por eso, si no nos pensamos desde este lugar soberano, difícilmente podamos defender nuestros derechos. Difundir este mapa no es un detalle técnico, es un acto político, educativo y cultural que refuerza nuestra identidad y nos compromete en la defensa de nuestros bienes comunes y de nuestra patria.

Muchas gracias.

Compañera Flavia Ojeda

Buenas tardes a todos y todas. Quiero comenzar agradeciendo a Pablo y a Eleonor por la invitación. Para mí es siempre un honor participar de estos encuentros de la Multisectorial. Estuve en aquella primera Universidad de Verano, y aunque después me embarqué en un proyecto colectivo que me alejó un poco por cuestiones de tiempo, me alegra mucho poder estar hoy nuevamente aquí. Mi nombre es Flavia Ojeda, y soy candidata a secretaria general del SUPAR, el Sindicato Único del Personal Aduanero. La semana próxima, el 13 y 14 de agosto, tenemos elecciones, y si mis compañeros me acompañan con su voto no solo sería la primera mujer en conducir el SUPAR, sino también la primera mujer en liderar un sindicato de aduaneros en el mundo. Imagínense la enorme responsabilidad que eso significa.

Con mi agrupación hemos hecho un trabajo muy grande. Nos enfrentamos a una estructura que lleva más de cuarenta años en el poder. Recorremos cada rincón del país, con nuestros propios recursos, con días de vacaciones, resignando mucho tiempo personal y familiar, pero con un compromiso enorme. Lo hicimos convencidos de que nadie se salva solo, y que si logramos llegar, vamos a trabajar para que ser aduanero vuelva a ser un orgullo.

Pero entremos en el tema que nos convoca hoy: la soberanía. La aduana es una institución que existió incluso antes que el propio Estado argentino. Surgió como un apéndice del poder soberano español y siempre estuvo asociada al puerto de Buenos Aires. Desde entonces, ha sido escenario de disputas políticas, económicas y hasta de negocios turbios.

En su evolución podemos reconocer tres grandes etapas:

  1. La primera, de carácter fiscalista, donde la aduana servía básicamente para recaudar y sostener los gastos del Estado.
  2. La segunda, a partir de mediados de los años 30 y consolidada en los 40, cuando se convirtió en una herramienta central de la política de sustitución de importaciones. Allí la aduana cumplía un rol estratégico para alcanzar la soberanía económica, protegiendo la industria nacional con altos aranceles.
  3. La tercera, desde la dictadura del 76 y profundizada en los 90, ligada al modelo de apertura neoliberal. En esta etapa, la aduana fue vista como un obstáculo y se inició un proceso de desmantelamiento de sus controles.

El resultado fue la desarticulación institucional de nuestras fronteras y la pérdida del poder de policía del Estado. Hubo reducción de personal, congelamiento de vacantes, subordinación a la AFIP y hasta la desaparición de símbolos históricos, como los uniformes con el escudo de la aduana.

Sin embargo, la aduana no es un detalle burocrático: sin aduana no hay Nación. La aduana protege la industria nacional y el trabajo argentino, controla el tráfico de residuos peligrosos, resguarda nuestro patrimonio cultural y científico, y garantiza el cumplimiento de la política cambiaria y monetaria. Es, en definitiva, una institución estratégica para cualquier país que quiera ejercer plenamente su soberanía.

Hoy, lamentablemente, estamos viendo un retroceso. Vuelven los intentos de vaciar a la aduana de su rol central. Pero si no defendemos a este organismo, no podremos defender tampoco nuestra soberanía económica ni política.

Les agradezco profundamente este espacio, más aún en una semana en la que, como imaginarán, estamos a mil con las elecciones. Espero que esta introducción haya sido útil para pensar la soberanía desde esta perspectiva.

Muchas gracias.

Compañero Rubén Fernández

Buenas tardes, compañeros y compañeras.

Yo digo que este gobierno no vino solamente a destruir el Estado, como se suele repetir, sino directamente a destruir la Nación. Y lo vemos en cada frente: en la salud, en la educación, en la investigación científica, en el transporte, en la conectividad.

Si se desmantela la salud pública, desde la pediatría hasta hospitales emblemáticos como el Garrahan, se está atentando contra el bienestar mismo de la población. Si se vacían organismos como el CONICET, el INTI o el INTA, se elimina la posibilidad de independencia intelectual y tecnológica, y con ello se pierde soberanía. Si se ataca la universidad pública, se condiciona el futuro de generaciones enteras. Lo mismo pasa con la infraestructura. Caminos que no se arreglan, ríos entregados a empresas extranjeras, ferrocarriles y aviones desregulados: el país queda desconectado. No hablamos ya solo de soberanía; hablamos de la desaparición misma de la Nación como la entendemos.

En el caso del transporte aéreo, el avance es aún más grave. Históricamente, la discusión fue si tener o no una aerolínea de bandera. La pandemia, Malvinas o los vuelos humanitarios demostraron que Aerolíneas Argentinas es estratégica para la Nación. Pero ahora el ataque va más allá: se pretende liberalizar el espacio aéreo, permitir cabotaje a empresas extranjeras sin control del Estado, reducir la seguridad de pasajeros y tripulaciones, y dejar la puerta abierta al contrabando y al narcotráfico. Además, con la privatización de Intercargo —la empresa que maneja las rampas y el handling— se completa el círculo: aviones privados, cargas privadas, controles desmantelados y un negocio abierto al contrabando de entrada y salida del país.

En definitiva, se está destruyendo la función estratégica del Estado en todos los planos. No solo perdemos soberanía aérea, sino también económica, cultural, tecnológica, judicial y mediática. Y como bien sabemos, recuperar lo que se destruye no es inmediato ni sencillo.

Por eso, la batalla que tenemos por delante requiere organización, unidad y mucha fuerza para revertir este modelo de entrega. No será en una semana ni en seis meses, pero debemos prepararnos para que, cuando vuelva un gobierno nacional y popular, podamos reconstruir soberanía en cada área de nuestra vida como pueblo.

Muchas gracias por escucharme.

Compañero Gerardo Martínez

Buenas tardes, muy buenas noches. Quiero comenzar agradeciendo a la Universidad Popular de Invierno por la invitación y felicitar a quienes organizaron este panel. También un reconocimiento especial a todas y todos los que participan de este encuentro: sin su presencia y sus aportes, ningún esfuerzo organizativo tendría sentido.

El tema que nos convoca es central para pensar el presente y el futuro de nuestro país: la soberanía. Pero, como ya señalaron compañeros y compañeras que hablaron antes, no se trata de cualquier soberanía, sino de una que se construya con democracia participativa, con conocimiento científico y siempre al servicio del pueblo.

Hoy, más que nunca, esta discusión es urgente. No hablamos de soberanía como una consigna del pasado, sino como una necesidad frente a un contexto donde los bienes comunes se privatizan, el conocimiento se subordina al mercado, las decisiones se toman lejos del pueblo y en contra del pueblo, y hasta se abandona el reclamo por Malvinas.

Quiero compartirles la experiencia del INTA, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, que este año cumple 69 años. A diferencia de instituciones similares en la región, el INTA combina investigación y extensión: no solo genera conocimiento técnico, sino que lo pone en práctica en el territorio, dialogando con productores, comunidades y escuelas rurales, construyendo soluciones junto a quienes trabajan y viven de la tierra. Por supuesto, esta tarea no está exenta de tensiones. Desde su origen en la época de la Revolución Verde, dentro del INTA conviven miradas distintas: la que prioriza producir commodities para exportación y la que impulsa trabajar por alimentos sanos y accesibles para la mesa de los argentinos.

El INTA tiene presencia en todo el país con 15 centros regionales, 53 estaciones experimentales y 350 agencias de extensión, además de seis centros de investigación con 22 institutos especializados. Yo trabajo en el Centro Regional Chaco-Formosa, en una agencia de extensión que atiende al departamento Libertador General San Martín. Ese es el nivel más cercano a los productores, donde el vínculo directo nos permite responder a las demandas concretas del territorio.

Hasta julio de este año, el INTA se organizaba con una conducción política compartida entre el Estado y las organizaciones de productores, más una conducción técnica elegida por concurso. Esta estructura garantizaba participación, representatividad y cierta autonomía financiera. Pero el decreto 462 cambió radicalmente este esquema: disolvió el Consejo Directivo, centralizó las decisiones en Buenos Aires, eliminó los consejos asesores y quitó la autarquía financiera. Hoy las decisiones ya no surgen de los territorios, sino de una conducción nombrada por el Poder Ejecutivo. Esto no es menor: significa perder la posibilidad de que las demandas de los productores lleguen directamente al organismo y que las respuestas se construyan colectivamente. En nuestro caso, trabajamos con iniciativas de producción local, ferias francas, certificación de alimentos de la agricultura familiar, saneamiento de rodeos, producción de algodón agroecológico y muchas otras acciones que buscan fortalecer la economía regional y garantizar alimentos sanos a precios justos. Todo esto lo hacemos en articulación con municipios, universidades, el INTI y organizaciones de productores. Es decir: en red, colectivamente.

Este modo de trabajo demuestra que es posible otra ciencia: una ciencia digna, cercana a las necesidades del pueblo, como decía el doctor Carrasco. Una ciencia al servicio de las mayorías y no de los intereses concentrados.

Por eso es fundamental defender al INTA, al CONICET, al INTI, a las universidades públicas, todas instituciones hoy atacadas. Y quiero reivindicar especialmente a la universidad pública, porque fue la que permitió que el hijo de un peón rural pudiera alcanzar el máximo nivel académico. Con esto cierro, esperando haber sido claro. Quedo a disposición y lamento no haber podido compartir la pantalla con el mapa del INTA, que hubiera ayudado a visualizar mejor su presencia en todo el país.

Muchas gracias.

Compañero Carlos Del Frade

Buenas noches. Muchas gracias por la invitación. Voy a compartir algunos apuntes sobre lo que considero una necesidad urgente en este espacio tan importante.

En primer lugar, debemos entender que el grado de colonización perversa que hoy atraviesa la Nación argentina bajo el gobierno de Milei no es producto de una invasión externa, sino consecuencia de traiciones internas. Quienes se presentaron como representantes de los intereses nacionales y populares se volvieron antinacionales y antipopulares. La “maldad” no vino de afuera: es el resultado de esas traiciones. Hoy somos colonia de un imperio en decadencia. Y la historia demuestra que todo imperio en decadencia se vuelve cruel hacia adentro y hacia sus colonias. Milei y Bullrich son la expresión local de esa crueldad, con una moneda de dos caras:

  • Por un lado, la política económica: un Estado puesto al servicio de la concentración de riqueza y de su extranjerización. La gran mentira de Milei no es que destruye al Estado, sino que lo pone al servicio de una minoría y de las potencias extranjeras.
  • Por el otro lado, el control social: naturalización de la violencia, militarización de la vida cotidiana, miedo como estrategia.

En ese marco aparece la llamada Ley antimafia, inspirada en el Comando Sur del ejército norteamericano, que ya se aplicó en Colombia, México, Bolivia, Ecuador, Perú y Brasil, con resultados desastrosos: cárceles llenas de pobres y delincuentes de guante blanco impunes. A la vez, el Congreso aprobó la Ley de blanqueo, que permitió que delitos financieros como los de Vicentín quedaran impunes, demostrando la naturaleza de una justicia clasista: siempre castiga hacia abajo y protege hacia arriba.

Así se consolida un modelo de dependencia que combina entrega económica y control social represivo. El resultado está a la vista: más drogas, más armas, más suicidios adolescentes. A nuestros jóvenes se les quita futuro y se les ofrece la soledad como salida.

Al mismo tiempo, Milei avanza en la entrega total de nuestros bienes comunes: puertos, cordillera, minería, río Paraná. Ya ni siquiera queda la ilusión de que algo quede en el país: es saqueo a cambio de nada. Y lo que viene es aún más grave: la segunda generación de reformas incluye borrar los derechos laborales, como ya intentó el golpe de 1955 con el pretexto del “costo argentino”.

En este contexto, la disputa por la soberanía del Paraná es central: allí se define quién controla las exportaciones, qué queda en los pueblos ribereños y cuánto pierde la Nación. Y no podemos dejar pasar que gobernadores cómplices avalen esta entrega para mostrarse luego como “alternativas elegantes” post-Milei.

Frente a todo esto, necesitamos inteligencia soberana y representación genuina del pueblo. Eso implica construir desde lo cercano a lo lejano, visibilizando las resistencias en cada rincón del país, con información precisa y organización popular. Pero sobre todo necesitamos soberanía de la cabeza. No solo porque los grandes medios y las redes nos desinforman, sino porque la dependencia cultural nos vuelve consumidores consumidos, en lugar de protagonistas de nuestra historia. Recuperar cabeza propia significa pensar desde el territorio, con los pies en nuestra tierra. Porque solo se defiende lo que se ama, y para amarlo primero hay que conocerlo.

Nuestra propuesta es clara: levantar la bandera de un humanismo beligerante, que no se calle, que enfrente la entrega y que sepa señalar a los traidores, vengan de donde vengan. Porque sin soberanía en la cabeza no habrá soberanía política, económica ni cultural.

Muchísimas gracias por la atención.

Eleonor González

Este gurú representa mucho para nosotros: Jorge Cholvis. Jorge, por favor, si podés iniciar. Te agradecemos tu amabilidad, tu generosidad y tu permanente predisposición con nosotros.

Compañero Jorge Cholvis

Muchas gracias a todos por la oportunidad de estar presente en este importante evento de esta universidad que Pablo y los demás están impulsando.

Las exposiciones anteriores han mostrado el nivel de lo que estamos tratando de difundir y profundizar en el conocimiento. Yo voy a desarrollar otros temas, distintos a los ya expuestos, que tienen que ver con lo jurídico, con el derecho.

El derecho no es solo cuestión de abogados: es la lucha por el poder, por el poder político. Por eso requiere profundizar el debate, terminar con la impunidad que ejercen los medios de comunicación, y entender que el derecho se refleja en un proyecto político: la Constitución.

La Constitución no es un mero texto formal, es un proyecto político elevado al más alto nivel. Por eso necesita de la participación protagónica de todos los sectores de la comunidad política para efectivizar ese modelo en los tiempos contemporáneos.

Voy a hacer una breve reflexión. A mediados del siglo XIX se sancionaron constituciones, pero ya desde 1810 los pueblos habían comenzado a conquistar la independencia formal. El sometimiento económico, sin embargo, siguió presente en la vida de los pueblos.

De ahí surgen conceptos claves sobre las constituciones: su genealogía y sus generaciones. No todas las comunidades políticas tuvieron constituciones. Las “cartas” eran instrumentos impuestos por los sectores dominantes: monarcas y señores feudales. En cambio, las constituciones surgieron de la lucha de los pueblos, como en Estados Unidos con el “We the people”, y en la Revolución Francesa.

En nuestra historia, después de 1810, se sucedieron estatutos, reglamentos y constituciones —como la de 1819 y la de 1826— que mostraban las tensiones entre proyectos monárquicos, unitarios o federales, hasta desembocar en la Constitución de 1853. Esa Constitución reflejó la etapa de la burguesía a mediados del siglo XIX, en plena fase concurrencial del capitalismo, inspirada en Las Bases de Alberdi. Alberdi advertía que no bastaba con “bases”, sino que hacían falta medios: medios para garantizar la libertad, el orden y el progreso. Esa idea se vuelve central más tarde, con la Constitución de 1949, que no solo reconoció derechos sino que incorporó los medios de política económica para hacerlos efectivos: propiedad en función social, control de servicios públicos, derechos de trabajadores, familias, ancianos, educación, y soberanía sobre los ríos y recursos naturales.

Esa Constitución de 1949 expresaba la voluntad de constituir una nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana. Duró apenas siete años, hasta el golpe de 1955, que abrió la etapa neoliberal en la Argentina, con el ingreso al FMI y la subordinación de nuestra economía.

Desde entonces, el retroceso fue evidente. La historia constitucional de nuestro país muestra esa tensión permanente entre proyectos de soberanía y proyectos de dependencia.

La enseñanza que debemos tomar es clara: el derecho no es un lenguaje técnico ni un mero instrumento formal. El derecho es lucha. El derecho es la herramienta de los pueblos para afirmar su soberanía. La Constitución es, en definitiva, un proyecto nacional institucionalizado al más alto rango normativo.

Por eso debemos recuperar la conciencia jurídica y política, explicar la naturaleza de las normas, terminar con los engaños, y hacer de la Constitución un instrumento vivo de los pueblos para alcanzar sus objetivos de justicia social, independencia económica y soberanía política.

Consensos del Panel:

  • La soberanía como cuestión central y multidimensional
  • Todos coincidieron en que la soberanía no es solo un tema jurídico o geográfico, sino que atraviesa dimensiones políticas, sociales, culturales, educativas y económicas.
  • Se resaltó que no puede haber soberanía sin una representación territorial justa (mapa bicontinental y trioceánico) y sin soberanía de los recursos.
  • El papel de la educación y la conciencia social
  • Hubo acuerdo en que solo se defiende lo que se conoce y se ama, y que para amar al país hay que conocerlo.
  • Se subrayó el rol fundamental de la docencia en la transmisión de conocimiento sobre territorio, historia y derechos.
  • Crítica a la dependencia y al proyecto neoliberal
  • Todos apuntaron contra la entrega de la soberanía nacional a intereses extranjeros (mineras, FMI, control del Paraná, puertos privados, recursos naturales).
  • Se remarcó que el actual modelo de país se basa en la concentración de riqueza, la extranjerización y el empobrecimiento del pueblo.
  • Rechazo al control social y la violencia institucional
  • Se denunció el uso de leyes y políticas represivas (como la “antimafia”) para militarizar los barrios y disciplinar al pueblo.
  • Coincidieron en que el Estado se pone al servicio de minorías concentradas y reprime en lugar de garantizar derechos.
  • Necesidad de recuperar la soberanía cultural y comunicacional
  • Varios remarcaron la “soberanía de la cabeza”: volver a pensar con cabeza propia frente a la manipulación de los grandes medios y de la tecnología.
  • Se planteó la importancia de disputar el sentido común y la memoria colectiva para reconstruir un proyecto emancipador.
  • La Constitución y el derecho como proyecto político de soberanía
  • Desde la intervención de Cholvis se reforzó la idea de que la Constitución no es un texto neutro, sino un proyecto político de los pueblos.
  • Hubo coincidencia en que la Constitución de 1949 es un hito a recuperar porque ligaba derechos con los medios concretos para garantizarlos.

Tras la finalización de la Universidad Popular de Invierno en su 4a edición, comenzarán a desarrollarse los Talleres de cada área de Trabajo en el Gabinete Multisectorial, a partir del 15 de Septiembre.

La primera parte consiste en el trabajo sobre los Consensos sobre las exposiciones del panel 

La segunda parte persigue Un Proyecto para tu comunidad.

Son espacios de diálogo para debatir y construir propuestas con metodologías participativas, análisis de contextos políticos y sociales e identificación de casos y proyectos. 

Estos encuentros buscan ser espacios estratégicos para la proyección y construcción de Comunidad Organizada en articulación. La participación es federal, a través de la Modalidad virtual para garantizar la inclusión de todas las militancias del país y la producción colectiva en la que se pone de manifiesto la articulación de conocimientos académicos, técnicos y territoriales para cada proyecto con acompañamiento de la Multisectorial Federal y la supervisión metodológica de PPGA FLACSO.


La Universidad Popular de Invierno 2025 en su 4edición convoca a la articulación, el fortalecimiento y la unidad popular, conjuntamente con el diseño de estrategias de acción para construir un proyecto de país como el que soñamos.

Principios Fundamentales de nuestra propuesta de trabajo

La Multisectorial Federal de la República Argentina se basa en principios de inclusión, participación y respeto a la diversidad. Valoramos todos los aportes, ya sea desde un enfoque técnico, profesional o representativo de espacios específicos. Creemos que la diversidad de perspectivas enriquece nuestras discusiones y fortalece nuestras propuestas para una Argentina Justa, Libre y Soberana.

Áreas de Trabajo en el Gabinete Multisectorial

El Gabinete Multisectorial abarca una amplia gama de áreas que son fundamentales para el desarrollo integral de la sociedad argentina. Estos equipos temáticos de trabajo participativo de la Multisectorial Federal de la República Argentina tienen como objetivo:

–El monitoreo de las políticas públicas implementadas desde el 10 de Diciembre de 2023, el impacto del DNU 70/23, la Ley Bases, el RIGI y toda otra modificación jurídica o normativa con afectación en cada área,  así como 

–El desarrollo de propuestas que reflejen el horizonte deseado por las militancias articuladas por el bien común, construyendo en confluencia una propuesta política y la estrategia que la lleve a la victoria.

Tu participación activa es esencial para el éxito de esta iniciativa, por lo que extendemos una cordial invitación a sumarte a esta Cuarta Edición de Encuentros Participativos de la Multisectorial Federal de la República Argentina.

Organiza: Argentina en Red para la Multisectorial Federal de la República Argentina. Acompaña: CTA Autónoma – Universidad Popular de Invierno 2025.

Contacto para información sobre la Universidad Popular de Invierno:

Secretaría. Florencia. WP 1131987726

Dando continuidad a la formación y el debate que el Gabinete Multisectorial promueve desde su creación, esta Universidad Popular de Invierno 2025 es otro eslabón con el que se enriquecerá lo trabajado con nuevas miradas.

INSCRIBITE EN EL PANEL DE TU ÁREA:

Multisectorial Relaciones Exteriores, Multisectorial Desarrollo Social, Multisectorial Infraestructura, Multisectorial Salud, Multisectorial Educación, Multisectorial Género, Diversidad e Interseccionalidad, Multisectorial Cultura, Multisectorial Migrantes, Multisectorial Trabajo y Seguridad Social, Multisectorial Justicia y Derechos Humanos, Multisectorial Niñez y Adolescencia, Multisectorial Discapacidad, Multisectorial Ambiente y Territorio.

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