Alberto Benegas Lynch (h.) (en adelante ABL) en nota editorial publicada en el diario La Nación el 6 de enero de 2014, titula: “La recurrente manía del igualitarismo.”
Por Mario Mazzitelli para Argentina en Red
Parte 1
Este jerarquizado exponente del ideario liberal ejerce su crítica sobre el igualitarismo. ABL. “Con la mejor de las intenciones, seguramente, se machaca sobre la necesidad de contar con sociedades más igualitarias desde el punto de vista de ingresos y patrimonios. Pero esta visión, tan generalizada, es en verdad del todo contraproducente, y de modo
especial para los más débiles y necesitados.” “La manía del igualitarismo lleva a los aparatos estatales a ocuparse de “redistribuir ingresos”. Es del todo interesante observar como la reacción tiene su vanguardia. Ciertamente poco presentable.
El ardid de la trampa tiene varias puntas desde el comienzo de la nota. El igualitarismo se sostendría en una manía. Según uno de los diccionarios que tengo a mano, manía es “una especie de locura, caracterizada por delirio general, agitación y
tendencia al furor. Se usa esta palabra para indicar ideas delirantes que se basan en cosas irreales.” Algunos sinónimos son: rareza, extravagancia, excentricidad, capricho, antojo, chifladura, obsesión. Toda esta descalificación, desde la primer palabra, Benegas Lynch debería volcarla sobre nuestro propio himno nacional, ya que tras repetir tres veces la palabra Libertad, nos dice: “Oíd el ruido de rotas cadenas” “Ved en trono a la noble igualdad.”
Con mayor sabiduría que la del pobre pensador, nuestro himno no plantea la disyuntiva entre Libertad e Igualdad. Muy por el contrario, cuando la desigualdad se agiganta fruto de un orden impuesto por esta “clase de crápula”, la Libertad de los de abajo se torna en una simple ilusión. O peor todavía, en la Libertad de morirse de hambre. Felizmente, con manía o sin ella, los pueblos quieren vivir y sobrepasan estas canalladas con la lucha social.
“Con la mejor de las intenciones….”, está diciendo: “es gente buena, pero no sabe.” A ABL le falta picardía popular porque, cae de maduro, que si los que defendemos una mayor igualdad tenemos “la mejor intención”, gente como él tiene “la peor intención”. Y de eso no tengo ninguna duda.
“…se machaca sobre la necesidad de contar con sociedades más igualitarias desde el punto de vista de ingresos y patrimonios.” Esta es una gran verdad. Socializar la herencia difusa (IBU) significa una elevación de los sectores más postergados y logra disminuir el grado de desigualdad. Pero, en principio, sostenemos que se trata de lograr un ingreso y un patrimonio que, acorde con la sociedad en la que vivimos y el tiempo histórico que nos toca, genere la posibilidad de llevar una vida digna. Se trata de un piso por debajo del cual no se puede desarrollar la vida en plenitud. Ahora pregunto:
No tener un techo para la acumulación de patrimonio e ingresos individuales ¿es razonable? Acumular fortunas personales de decenas de miles de millones de dólares ¿es sensato? Atesorar bienes y dinero en escala monumental en pocas manos, para el derroche y el dispendio ilimitado, y no poder gastarlos en mil años ¿es cuerdo? Concentrar la riqueza en un polo, mientras en el otro se agudiza la miseria ¿es un mandato de la realidad? ¿Es el fruto de la naturaleza? Ó ¿se trata de la consecuencia inevitable de un ordenamiento social atrasado, ineficaz y estúpido? Me inclino a pensar esto último porque he observado en la realidad que jóvenes menos capaces, pero sostenidos en familias pudientes pueden desarrollar su vida con más éxito que jóvenes más capaces imposibilitados por la pobreza de acceder a una vida mejor.
“La manía del igualitarismo lleva a los aparatos estatales a ocuparse de “redistribuir ingresos”. Por suerte para los ricos los aparatos estatales en manos de personas elegidas por el pueblo (democracia) fijan pautas más o menos eficaces para redistribuir la riqueza. De lo contrario se redistribuiría por las malas. Y eso no es bueno. Resulta curioso que toda la actividad del Estado que propenda al bien común sea cuestionada por estos personajes. Sin embargo a la hora de invertir en seguridad para defender el patrimonio, no tienen reparos y piden y piden más y más policía. Es más, no les alcanza y pagan el servicio de seguridad privada. ¿No reflexionarán que hay en el ser humano un impulso a la equidad que no resiste semejante inequidad? ¿O defienden la desigualdad porque les resulta difícil explicar su patrimonio?

Sigue ABL: “Robert Nozick ha escrito que le resulta difícil comprender cómo es que la gente vota diariamente en el supermercado sobre la base de sus preferencias sobre los bienes y servicios que más le agradan y, luego, los políticos se empeñan en redistribuir aquellas votaciones, lo cual significa contradecir las previas decisiones de los consumidores. Esto, a su vez, se traduce en un desperdicio de los siempre escasos factores productivos y, por consiguiente, en una reducción de salarios e ingresos en términos reales.”
¿De dónde sacó este personaje que la gente vota en el supermercado? Estás craixe ABL. La gente tiene necesidades, digamos de comer. Luego va de compras al supermercado. Y allí elige entre lo que el supermercado le ofrece. Y en la Argentina, en el área de la alimentación, la concentración es tan alta como baja la posibilidad de elegir. Tomamos en muchos casos alimentos elaborados por un monopolio o un oligopolio. De manera que el consumidor no se mueve en un mercado perfecto (salvo una pequeña porción del mismo), donde oferta y demanda funcionan sin adulteración de ningún tipo; sino en una realidad deformada por los que tienen poder en detrimento de los que no lo tienen. Claro que los de abajo pueden reconquistar espacios a través de la organización de los productores y consumidores. Pero en el capitalismo la asimetría de poder es la constante.
No por nada el nombre del régimen lleva el nombre de los propietarios de los medios de producción, los capitalistas. Pero, dejo en claro que la gente no vota en el supermercado.

¿Cómo demuestran que la redistribución “se traduce en un desperdicio de los siempre escasos factores productivos y, por consiguiente, en una reducción de salarios e ingresos en términos reales.”?
Los factores productivos no siempre son escasos. Dependerá de la demanda de la sociedad. Lógicamente si ésta es infinita, por definición siempre los factores productivos serán escasos. Sin embargo, si el consumo no lo es todo en la vida, y sabemos que la posibilidad del planeta de darnos más y más energía y materias primas está tocando un límite, tal vez lo más inteligente sea definir cuántos son los bienes y servicios necesarios para una buena vida y no excedernos en demasía ocasionando dilapidación inútil de recursos. Finalmente, sobre este párrafo, lo último que nos pueden hacer creer es que están interesados por el incremento de los ingresos y los salarios.
ABL: “En una sociedad abierta es absolutamente irrelevante el delta o el diferencial entre los patrimonios de los diversos actores económicos, puesto que, como queda dicho, las diferencias corresponden a las preferencias de la gente puestas de manifiesto en el plebiscito diario con sus compras y abstenciones de comprar. Lo importante es maximizar los incentivos para que todos mejoren, y la forma de hacerlo es, precisamente, respetando los derechos de propiedad de cada cual.”
Alberto Benegas Lynch
¿Sociedad abierta vs. sociedad cerrada? Esa disyuntiva es una falacia. La sociedad argentina, salvo las etapas dictatoriales donde los liberales ocupaban cargos de alta jerarquía en el Estado, siempre fue una sociedad abierta.
¿En una sociedad abierta es irrelevante la diferencia patrimonial entre las personas? Eso es lo que desean. Y confunden su deseo con un apotegma. Y tratan de naturalizar que “¡por algo será! ¡Por algo será, que yo vivo en una mansión y vos en un rancho! ¡Algo habré hecho yo para merecerlo y algo habrás hecho vos para vivir como vivís!“.
¿Que “las diferencias corresponden a las preferencias de la gente”, manifestada “en el plebiscito diario con sus compras y abstenciones de comprar?” Está intentando tomarnos el pelo para llegar a la conclusión en la que refugian sus intereses: “Lo importante es maximizar los incentivos (Usted haga el máximo esfuerzo) para que todos mejoren, y la forma de hacerlo es, precisamente, respetando los derechos de propiedad de cada cual. (Es decir los de ellos. No los suyos).
ABL: “Como los bienes y servicios no crecen en los árboles y son escasos, en el proceso de mercado (que es lo mismo que decir en el contexto de los arreglos contractuales entre millones de personas) la propiedad se va asignando y reasignando según sea la calidad de lo que se ofrece: los comerciantes que aciertan en los gustos del prójimo obtienen ganancias y los que yerran incurren en quebrantos. Es obvio que esto no ocurre si los operadores están blindados con privilegios de diversa naturaleza, ya que, de ese modo, se convierten en explotadores de los demás y succionan el fruto de sus trabajos. Estamos hablando de mercados abiertos y competitivos, lo que desafortunadamente es muy poco usual en nuestros
Alberto Benegas Lynch
días.”
Las falacias aquí tocan extremos. Podríamos chicanearlo preguntándole lo siguiente: Si no crecen en los árboles ¿De dónde provienen las naranjas y las peras? Pero buscando el fondo de la cuestión, da una versión del proceso de mercado ajeno a la realidad. No son millones de personas en un pie de igualdad o de equidad, en un mercado abierto y competitivo, las que realizan libremente operaciones. Son operadores de mercado con diferencias abismales entre sí. Comparar el poder de mercado de alguien que apenas llega a fin de mes con una poderosa multinacional, es absurdo.
O no, si en definitiva su misión no es decir la verdad en torno a la realidad, sino encubrir un régimen cargado de injusticias.
En sus mercados no quieren interferencias de ningún tipo. El lobo y las gallinas sin que se interpongan entre ellos ningún granjero. Perdón: Usted ABL ¿En nombre de quién habla? ¿Puedo entender que es la voz del zorro?
Los privilegios a los que se refiere, distorsionando el uso del término, pueden ser normas en defensa del consumidor, defensa de derechos laborales, medidas para que el mercado funcione mejor y el grande no se coma al chico, Como el DEFENSOR DEL PUEBLO, etc., entre otros.
Volviendo al comienzo de la frase: Cabría señalar que los bienes y servicios son el fruto del trabajo y no “del proceso de mercado”. En todo caso, el proceso de intercambio es parte constitutiva del objeto de la producción, dado que el objetivo último es el consumo para satisfacer una necesidad. Pero no debería omitir el susodicho que la producción tiene por
sustento principal el trabajo concreto de millones de personas que se levantan todos los días y generan la producción del país. Como no debería omitir que, también es fruto del trabajo el “capital” y en general el “patrimonio” (por lo menos aquel que no nos es dado directamente por la naturaleza). Es decir, el origen de lo que luego se va a comerciar es la producción de bienes y servicios, cuyo origen es el trabajo. No es casual la distorsión.

Dice que: “…los comerciantes que aciertan en los gustos del prójimo obtienen ganancias y los que yerran incurren en quebrantos…”. Es demasiado. Fui comerciante la mayor parte de mi vida y nunca escuche estupidez tan aguda. Si fuera por los gustos del prójimo, todos viajarían en Mercedes Benz de última generación. ¿O usted prefiere un Siam Di Tella modelo 59?
Continuará…
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