Un Video-homenaje a su legado político, feminista y rebelde
Llegados al día de hoy, y pasado otro 26 de julio, en plena mitad de un desgobierno que avanza sin pausa sobre los derechos conquistados, comparto un video de 20 minutos que funciona como un punteo audiovisual en forma de reparación simbólica. Un recorrido por 15 ejes que intentan pensar algo de lo que no se dice, lo que se negó, lo que se borró. Una mirada con perspectiva de género, y un análisis discursivo de la retórica justicialista.
Por Daniela Fariña para Argentina en Red
La figura de Eva Perón ha sido moldeada por los discursos dominantes, incluso dentro del propio peronismo. En un presente donde el revisionismo conservador gana terreno, su imagen es desactivada políticamente, transformada en icono vacío, domesticado. Y en ese proceso, se justifica la persecución ideológica contra quienes aún sostenemos una izquierda peronista, feminista y popular.
Frente a esa avanzada, este video se propone como acto de insumisión. Porque necesitamos hablar de otra Eva:
La censurada. La empoderada. La que discutía, organizaba, pensaba, molestaba. La cristiana hereje, la comunista no asumida, la filósofa del pueblo.
La inventora de pedagogías de justicia, la feminista sin permiso, la mujer de carne y deseo, no de bronce.
La censura: no sólo silencio, también borramiento
Evita fue víctima de una censura múltiple. No se trató solo del ocultamiento de su último texto —el poderoso Mi Mensaje—, sino de una campaña sistemática de borramiento político, estético y espiritual.
Podemos trazar al menos tres formas registrables de esa violencia:
- Censura artística: Se destruyó su película La Pródiga por incomodar al canon moral. Eva era actriz, autora, directora. El proyecto cultural del que formaba parte la mostraba libre, expresiva, creadora. Esa Eva fue considerada peligrosa, y fue sepultada.
- Censura política: El punto cúlmine fue su renuncia forzada a la vicepresidencia. Millones la aclamaron, pero las estructuras de poder no lo permitieron. El poder no soportó que una mujer con apoyo popular real asumiera tal centralidad institucional.
- Censura filosófica y existencial: Mi Mensaje, escrito en agonía, es su testamento espiritual y político. Ni siquiera se respetaron sus últimas voluntades, ni el pedido sobre su tumba.
Se censuró también su muerte, o más precisamente, su derecho a morir en paz.
Porque la censura no es sólo callar: es impedir que algo exista, que algo se vuelva referencia, pedagogía o continuidad.
“Yo no me resigno a la injusticia social. Y mi rebeldía no es una pose; es una necesidad.” — Eva Perón, Mi Mensaje

El cuerpo como campo de disputa
La violencia patriarcal y la violencia política se aliaron en su cuerpo. Desde la literatura necrofílica, pasando por el secuestro de su cadáver por parte de la dictadura, la recuperación en manos de Montoneros, y su exhibición por años como un trofeo: su cuerpo fue objeto de manipulación simbólica y real.
Recién con Isabel Martínez el cuerpo fue a un cementerio público, la cripta de la familia Duarte — aunque le había negado el apellido. No fue el destino elegido por Eva, pero ese traslado fue un gesto de reparación. Y aunque Isabel es criticable por muchas cosas, fue su gesto un acto sororo, siendo quien al fin le devolvió al pueblo el cuerpo de Evita, en lugar de mantenerlo como objeto privado.
“Mientras los hombres se reservan la acción, nosotras las mujeres sólo podemos llorar o esperar. Yo elegí no esperar.” — Eva Perón
La Eva política y la democracia participativa
Evita fue mucho más que la esposa de un presidente. Fue fundadora y conductora del Partido Peronista Femenino, un dispositivo de formación y participación real para millones de mujeres. No fue una rama decorativa, ni formativa. Fue una estructura con poder autónomo, organización territorial y capacidad decisoria.
En esa experiencia, la democracia participativa no era un discurso sino una práctica cotidiana. Las decisiones tenían procesos cuidados de transparencia. Se habla del efecto contagio de la solidaridad, romantizando el cuidado, pero no de una Eva organizadora, estratega, pedagoga del pueblo. Una mujer que entendió que la verdadera transformación no podía delegarse ni tercerizarse.
“Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública… y ha muerto la hora de la mujer relegada a la más precaria tangencia con el verdadero mundo dinámico de la vida moderna.” — Eva Perón (discurso 1947
Del teatro a la radio, al cine, al sindicato: la Eva trabajadora
A los 15 años, llegó sola a Buenos Aires con un sueño: actuar. A los 16, se tiñó de rubia para un papel teatral, desafiando los mandatos de época con una decisión estética que también era política. En 1937 debutó en cine y en 1939 en radio, donde su voz comenzó a hacerse popular. En 1942 protagonizó el radioteatro Great American Women, encarnando figuras históricas femeninas. En 1943 fundó y presidió el Sindicato de la Radio —un hecho inédito para una mujer de la época—, desde donde defendió los derechos laborales de las trabajadoras del medio.

Ya era dirigente sindical y figura pública antes de conocer a Perón. También fue organizadora cultural y solidaria: tras el terremoto de San Juan de 1944, lideró la colecta nacional desde la radio, movilizando artistas y medios para asistir a las víctimas. Allí conoció a Perón, pero su protagonismo en esa campaña suele ser silenciado, como también lo es su rol clave en la movilización del 17 de octubre de 1945.
Ese tramo de su vida —de esfuerzo, independencia y decisión— ha sido sistemáticamente borrado. Primero, por una censura directa que buscó eliminar su imagen de la historia oficial; después, por un relato patriarcal que la quiso mostrar únicamente como “la esposa de”. Su trayectoria como actriz, sindicalista y comunicadora fue vista como una amenaza: en lugar de celebrarla como artista popular y dirigente cultural, se la redujo a un ícono pasivo o sentimental, despojándola de su voz política y de su rebeldía organizada.
"Me llaman rebelde, y lo soy. Pero no por odio, sino por amor. Por amor a mi pueblo y por odio a la injusticia." — Eva Perón (discurso 1951)
Una autonomía que incomoda
En 1942, con su propio trabajo artístico, compró una casa en Recoleta (Posadas 1567). Esa casa se borró del relato, como si reconocer su autonomía económica fuera un problema.
Su vida estuvo marcada por la lucha contra la negación. Hija ilegítima de un conservador, criada por una madre sola, le negaron el apellido. Cambió de nombres: de María Eva a Eva María. Se reinventó una identidad.
Evita fue la más joven de sus cinco hermanxs, y sin embargo la primera en morir. Fue también la primera argentina en luchar contra el cáncer con quimioterapia. Porque su identidad no fue dada: fue construida, deseada, luchada. Y por eso, molesta.
"Mi odio a la injusticia viene de mi origen, de mi niñez, de mis primeras tristezas."— Eva Perón (Mi mensaje, 1952)
Justicia social, y control de la caridad
Evita es un ícono internacional de la paz y la perspectiva de derechos humanos. La Fundación Eva Perón fue un punto de inflexión. No se limitaba a terminar con la beneficencia meritocrática: planteaba la justicia social como principio y al Estado como garante. Prevenían estafas disfrazadas de ayuda. Canceló la recepción de fondos públicos directos, pero sí era auditada por el Ministerio de Hacienda. Porque el Estado no debe financiar fundaciones: debe revisar su función.
Además, contaba con 6.000 obreros fijos, quienes hacían obras diferentes. Una forma de organización que evitaba la precarización y sostenía el trabajo como derecho, casi desconocido en el rubro por estos días.
“Donde hay una necesidad, nace un derecho.” — Eva Perón"Me llaman rebelde, y lo soy. Pero no por odio, sino por amor. Por amor a mi pueblo y por odio a la injusticia." — Eva Perón (discurso 1951)
En el video que acompaña esta nota, desarrollo 15 ejes clave para pensar a la Eva no dicha:
1- Intro: sobre lo no dicho, sus inventos, sus renunciamientos.
2- Evita y el peronismo como espacios de soberanía política.
3- Evita y el ché como esperanza y argentinidad.
4- Evita y el renunciamiento al discurso feminista.
5- Evita y el renunciamiento al ascenso de clase.
6- Evita y las disputas en su iconografía.
7- Evita evitando ser élite intelectual.
8- Evita como sinónimo de darlo todo.
9- Evita frente al desarraigo eclesiástico.
10- Evita negada en la organización de la lealtad.
11- Evita feminista, otro ejemplo.
12- Evita se fué mundial.
13- Evita y la alegría de la fé en la humanidad.
14- Evita perder el proyecto de vida (progreso social ascendente)
15- Evita eterna, conclusión.
Conclusión
Cuando veo mis escritos viejos sobre Evita, me pregunto si los veinte años me seguirán esperando, o si el colectivo de la historia volverá a dejarme a pata, haciendo dedo por la militancia. Pero hay algo que me empuja: no la certeza, sino la memoria que recolecta alertas y se alivia en estos escritos. Y en esa memoria colectiva inquieta está viva también.
Entre el arriba y el abajo, la derecha y la izquierda, su rostro aún señala el camino.
Porque si ella no pudo del todo, entenderlo aliviana el apocalipsis de no soportar el momento actual.
Evita fue puro coraje, el que permitieron la censura y su cuerpo. Hoy, no paramos de aprender de sus 33 años, su forma de darlo todo. Nos basta su nombre para seguir clamando revisionismo y reparaciones políticas a las mujeres en la historia.