En su resolución 42/112, el 7 de diciembre de 1987, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 26 de junio como el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas con el fin de mostrar el compromiso real y verdadero de reforzar la actuación y cooperación en pos de alcanzar el objetivo de una sociedad internacional libre del consumo de drogas.
Con el apoyo que recibe cada año de particulares, de múltiples comunidades y de diversas organizaciones de todo el mundo, este recordatorio busca y pretende concientizar sobre el grave problema que representan las drogas ilícitas para la sociedad.
Por Amanda Díaz para Argentina en Red
Hoy, 26 de junio, se celebra el Día Mundial contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas: Es imperioso planificar qué tipo de sociedad queremos, e invertir en prevención.
Este 26 de junio el mundo vuelve a poner en foco un drama que atraviesa generaciones, fronteras y clases sociales: el problema global de las drogas. En Argentina, donde las consecuencias sociales del narcotráfico y la desinversión estatal en salud son parte de la trama cotidiana, se impone una consigna clara: planificar qué tipo de sociedad queremos y, sobre todo, invertir en prevención.
La consigna de este año, impulsada por la ONU, es directa: “La evidencia es clara: debemos invertir en prevención”. Y detrás de esta frase, se despliega una urgencia concreta: fortalecer los sistemas de salud, justicia y educación, crear oportunidades laborales reales y cortar de raíz el vínculo entre desigualdad y crimen organizado.
La campaña global “Rompamos el ciclo. #ParaElCrimenOrganizado” busca visibilizar la necesidad de políticas públicas integrales y sostenidas. No alcanza con la represión policial o con discursos punitivistas. Se trata de construir una respuesta colectiva que abarque desde el acceso a la salud hasta el fortalecimiento de las redes comunitarias.
En este contexto, desde la Multisectorial Federal de la República Argentina reafirmamos que la lucha contra el narcotráfico no puede ser excusa para la represión de los sectores populares ni para la criminalización de las juventudes. Al contrario, debemos discutir en serio un modelo de país donde el Estado garantice salud, trabajo y educación, y no deje librado a la suerte o al mercado la vida de millones.
La prevención no es un eslogan, es política concreta. Y la planificación, lejos de ser un lujo, es hoy una necesidad urgente.
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