Crónica de un País a Contramano de su Pueblo

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Desde su nacimiento, la Argentina se parte. La grieta comienza con la renuncia de Moreno y atraviesa el siglo XIX con guerras civiles, fusilamientos y masacres. La traición a Dorrego, la Guerra del Paraguay y la Campaña del Desierto marcan un país que se expande con sangre. Yrigoyen, Perón y la resistencia popular dan forma a una identidad que busca justicia social. Bombardeos, fusilamientos, proscripciones y dictaduras definen décadas de exclusión. La economía se ata al agro, la deuda y la extranjerización, a pesar de intentos industriales frustrados. La democracia se reconstruye con Alfonsín, pero la desigualdad persiste. Hoy, con la salud, la ciencia, la educación, el trabajo, la cultura bajo ataque y los ingresos en su mayor parte por debajo de la línea de pobreza, los subsuelos de la Patria y la Patria sublevada pugnan por soberanía, memoria y unidad popular.

Por Eladio González Toto para Argentina en Red

Sangre revolucionaria: indios y criollos

Comencemos por la 1ª Junta de Mayo. Allí se formaron dos bandos, uno encabezado por Cornelio Saavedra, otro por Mariano Moreno. El revolucionario Moreno debe renunciar y es enviado a Europa mientras su mujer recibe una señal anticipada de luto, que va a confirmarse cuando el cuerpo sin vida del ex Secretario del primer gobierno patrio fue arrojado a las heladas aguas del Océano Atlántico. Es decir, las Provincias Unidas comienzan a partirse.

En un reportaje brindado a Jorge Fontevecchia, el Papa Francisco señaló el hecho de que San Martín no puede desembarcar en Buenos Aires, luego de su gesta gloriosa, horrorizado porque uno de sus lugartenientes, Juan Lavalle, ha fusilado a otro de sus subordinados en la guerra, Manuel Dorrego, entonces gobernador legítimo del territorio bonaerense. El partirse va a ser entonces definitorio de las guerras civiles del siglo XIX entre unitarios y federales, con la barbarie histórica de que algunos federales serán castrados por sus adversarios y algunos unitarios serán degollados por sus oponentes, en ese delirio de sangre que ocupará la friolera de 60 años, desde 1820 a 1880. Esto hará decir al ilustre Joaquín V. González, que ocupara en la generación del ’80 todos los puestos públicos relevantes, menos el de Presidente, que “hemos crecido en el odio”, aunque curiosamente este hombre que había creado un Código de Trabajo y una Ley de divorcio ejemplares para su época (que nunca se aprobaron). Joaquín Víctor González tenía una finca en La Rioja que denominó Samay Huasi, o sea Casa de Paz.

Museo Casa de Joaquín V. González (año 1891), que habitara durante su gobernación.

Partirse va a ser entonces definitorio de las guerras civiles del siglo XIX entre unitarios y federales. Pero ya sobre la segunda mitad de siglo se produce la inaudita y sangrienta guerra del Paraguay, donde la Triple Alianza de Argentina, Brasil y Uruguay termina destruyendo las vías férreas y la incipiente industrialización paraguaya, que diezmará irreversiblemente su población masculina, con graves pérdidas de vidas para la Alianza, horror que hará que el presidente Domingo F. Sarmiento dijera: “La victoria no da derechos”.

En el mismo siglo XIX, se produce la controvertida Campaña del Desierto, que, por una parte, extiende la geografía argentina en la Patagonia y en el Chaco hasta alcanzar a convertirse en la 8ª superficie del globo, pero significando una notable pérdida de vidas, usos y costumbres de los pueblos originarios, no reversibles por cierto y con críticas históricas revisionistas. Pero el Gral. Roca, que había encabezado la Campaña del Desierto, había sido también el propulsor de la Ley 1.420 de Enseñanza Primaria Obligatoria, Laica y gratuita, pionera en América Latina; lástima que impidiera que las sucesiones de sus dos presidencias fueran Roque Sáenz Peña y Carlos Pellegrini, quedando el latifundio en las tierras ganadas, frente a la división agraria propuesta por Sarmiento y Hernández.

Lejos había quedado el intento de industrialización promovido por Vicente Fidel López y Carlos Pellegrini, el país seguiría dependiendo de las nubes, o sea de lo agrario y ya en la primera Presidencia del Radicalismo de Hipólito Yrigoyen, donde el Presidente mantiene la neutralidad argentina ante la guerra, la Argentina partida aparece en las huelgas sangrientamente reprimidas de la Semana Trágica y la Patagonia Rebelde. Luego las tinieblas del Proceso, con sus secuestros, torturas, desapariciones, robos de bebés y bienes, desindustrialización y comienzo de la pobreza estructural que culminará con la tragedia de Malvinas, la financiarización de la economía y el comienzo de nuestra infernal deuda externa.

José Martínez de Hoz y Domingo Cavallo

Luego comenzaría la secuela de los golpes militares que se iniciaron el 6 de septiembre d 1930 derrocando en su segunda presidencia a Yrigoyen y hay una virtual proscripción del radicalismo ante el fraude patriótico que durará hasta 1946 y, luego de la histórica jornada del 17 de octubre de 1945, es cuando los obreros del conurbano bonaerense entronizan a Perón, ganador de las elecciones de febrero. Pero la Constitución de 1949, con la reelección indefinida presidencial, vuelca a toda la oposición del peronismo al golpe, que fracasa en 1951, antes de la agonía y muerte de Eva Perón, pero muestra la división profunda de la República en el fatídico 16 de junio de 1955 con el bombardeo de las Plazas de Mayo y de los dos Congresos y sus muertos, y con los fatídicos fusilamientos posteriores, de la Revolución triunfante el 16 de Septiembre. Esa división tajante, aún con el peronismo proscripto, frustra con golpes militares las presidencias de Arturo Frondizi, con su intento de integración y desarrollo en 1962 y la de Arturo Illia, ordenada y honesta, pero bombardeado por la prensa golpista. Aparece la autollamada Revolución Argentina de 1966 y el ataque a la Universidad Pública, con la siniestra noche de los bastones largos de Juan Carlos Onganía. Esa autodenominada “Revolución Argentina” irá decayendo a través de las presidencias de Levingston y Lanusse, con los fusilamientos de Trelew en 1972, cuando ya había comenzado la guerrilla urbana, provocada por la proscripción del peronismo y que se muestra en la muerte (ejecución) de Pedro Eugenio Aramburu, llevando a la reaparición del Justicialismo en la breves presidencias de Cámpora, el Gral. Perón e Isabel Perón. La guerra de Malvinas, que nos hace perder lo ganado por vía diplomática, la financiación de la economía y el comienzo de nuestra infernal deuda externa, que alcanzará la friolera de US$ 43.000 millones. Es Raúl Alfonsín el que trata de restañar heridas e impartir justicia con el histórico juicio a los militares del Proceso y a los cabecillas vivos de la guerrilla urbana, pero su fracaso es económico, al no poder negociar la deuda y entrar el país en una escalofriante inflación que terminará con su gobierno. La crisis del 2008 sorprende a CFK en el gobierno y a partir del 2011 su mandato se estanca y la pobreza no baja de 25%, aunque la reestatización de YPF y el menemismo continuará con la política neoliberal que tan justamente definiera el Premio Nobel de Economía, el norteamericano J. Paul Samuelson como la de “zorros libres en gallineros libres”, que concluirá con privatizaciones necesarias como las de telecomunicaciones, pero devastará las tan esenciales vías férreas, y el inconcebible 1 a 1 con el dólar, nos llevará a una deuda externa ya multiplicada. Después del estallido de la convertibilidad y el interregno de Eduardo Duhalde, marcado por el asesinato de Kostecki y Santillán y el intento d estabilización de Jorge Remes Lenicov que concluirá con éxito Lavagna; ya en el gobierno de Néstor Kirchner se logra un crecimiento notable, aunque no cambia la regresión tributaria, liquidando la deuda con el FMI, pero con el inconveniente de la importación creciente de combustibles. La crisis de 2008 sorprende a CFK en el gobierno y a partir del 2011 su mandato se estanca y la pobreza no baja de 25%, aunque la reestatización de YPF abre nuevas posibilidades para el gran yacimiento neuquino de Vaca muerta, en petróleo y gas. La deuda descomunal tomada con el FMI eclipsa el gobierno de Mauricio Macri y Alberto Fernández con la pandemia de dos años y la sequía en 2023 del país, que sigue dependiendo de las nubes, más sus dudas e inconsistencias varias y peleas internas sin fin, concluye sin pena ni gloria, con una inflación galopante e indomable. Y he aquí que la historia ahora muestra a un país con la posibilidad de industrias como la nuclear y la satelital, pero atado a las nubes, sin crecimiento de su infraestructura, con ataques sistemáticos a la cultura del cine y el teatro, a su Ciencia y Tecnología, agonizando por falta de fondos en el CONICET y a una sociedad que frente a la desfinanciación de Garrahan, hospital modelo de Latinoamérica, y el ataque a la discapacidad de todas las edades, permanece con el corazón helado.

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